Hace unos días recibí de mi colega Wilson Alejandro Garzón, Gerente de la empresa Escuela de Servicio en Medellín (Colombia), una gráfica que resumía los resultados de un estudio dirigido por él donde analizaba diferentes factores que afectaban a la productividad en unas empresas textiles.
Dicha gráfica me llamó la atención por que vuelve a poner de relieve una vez más (Como cada vez que se hace un estudio al respecto) la importancia del factor liderazgo en relación con la productividad. Su estudio mostraba como la diferencia entre una empresa con un liderazgo deficiente y un mal clima laboral se manifestaba en un 45% menos de capacidad de producción.
Un 45% es muchísimo más de lo que pueda costar un programa de desarrollo directivo medio. Sin embargo, aún muchos directivos piensan que es preferible comprar nuevo software, nuevas máquinas o cambiar gente.
«Los análisis nos mostraron que era el estilo de liderazgo directivo y no la estructura de procesos lo que mantenía baja la productividad. Cada vez que el gerente iba a la planta la productividad se alteraba negativamente de forma significativa.» Estudio de Wilson Alejandro Garzón M. – Medellín (Colombia).
Aún vemos multitud de profesionales con responsabilidad en la gestión que se refieren a las habilidades directivas como algo intangible, imponderable y en muchos casos prescindible. ¿No será que los prescindibles son ellos?
¿Qué más pruebas se necesitan de la rentabilidad del entrenamiento directivo? ¿Qué les impide apostar por una buena gestión del talento directivo?
Sé que, por otro lado, hay muchas empresas que son conscientes de esto y hace años están comprometidas en el desarrollo de las personas de su organización. Incluso en estos momentos, soy testigo, que dadas las circunstancias y el especial esfuerzo que hay que hacer, ese compromiso ha aumentado.
Sin embargo, ¿Que pasa con las otras empresas? Aquellas cuyos directivos, o lo que es aún peor, sus dueños, piensan que ya lo saben todo, que ya están preparados para todo. Como mucho, «gestionan» el presupuesto de formación basándose en las bonificaciones que pueden obtener de la fundación tripartita, y lo utilizan para que se formen los demás y en lo de siempre. Es como si tuvieran grabado en su cerebro una tontería del tipo: «Los jefes no tenemos que ir a la escuela»
Un 45%, dejo este dato, uno más, para la reflexión de aquellos que quieran reflexionar.
Isidro Rodrigo on 20/05/2013 at 15:09 said:
Impresionante realidad la que refleja el artículo, compañero. Llevamos años diciendo eso de que «el 75% por ciento del clima laboral se ve influido por el estilo de liderazgo», pero rara vez nos paramos a pensar realmente en cómo nuestras conductas, pensamientos y emociones afectan al equipo.
Ya basta de tópicos del tipo «yo es que necesito que me formen»: Más que ir a la Escuela, creo que hay que seguir concienciando en las organizaciones de la importancia del aprendizaje a lo largo de toda la vida, la construcción social del conocimiento, la creación de entornos personales de aprendizaje y la proactividad a la hora de desarrollarse profesionalmente.
Gracias por compartir este interesante ejemplo!
José María Tavira on 21/05/2013 at 14:55 said:
Es la realidad en todas las empresas.
Quizá ayuden unas reflexiones que sitúen el liderazgo en su contexto:
– El jefe SIEMPRE es maestro. No puedes exigir nada que no hayas enseñado previamente.
– El jefe es valiente. Reconoce sus errores y hace suyos los de su equipo.
– El líder solamente tiene una misión fundamental: ESCUCHAR. Las soluciones están en su entorno, por más que no se atreva a admitirlas ni a reconocer que sus subordinados tienen talento para mejorar los procedimientos.
Gracias por el ejemplo.