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por @ValeraMariscal, management, psicología, gamificación, innovación

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Nuevos retos del teletrabajo.

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Costó asumir la nueva situación: pandemia, aislamiento social, confinamiento… teletrabajo.

Sin embargo, ahora, nos damos cuenta que cuando las aguas vuelven a su cauce, no vuelven. Ahora, muchos han descubierto ventajas para empresa y para trabajadores, que hace que se manifiesten resistencias para volver a la antigua normalidad. En boca de algún empleado ya se ha oído «no quiero volver». Por otro lado, en algunas empresas han descubierto la ventaja de «delegar» el gasto de espacio de trabajo en los empleados o las ventajas de ampliar su territorio y encontrar oportunidades a distancia.

Como indican las siguientes tablas, hay muchos elementos a favor y en contra:

Ventajas
Para el trabajador
Ventajas
Para la empresa
Menos desplazamiento.
Autooganización.
Mayor autonomía.
Puede favorecer la conciliación.
Mejor accesibilidad para personas con discapacidad motora.
Facilidad de acceso a contactos.
Puede reducir el estrés laboral.
Mayor comodidad.
Mayor concentración para tareas individuales.
Ahorro de espacio.
Menor gasto energético
Facilita la expansión geográfica
En ciertas tareas puede darse mejora de productividad.
Mejor acceso a proveedores remotos.
Innovación tecnológica.
Puede aportar mejores datos de los procesos y actividades.
Mas flexibilidad en la organización.
Descubrir oportunidades.
desventajas
Para el trabajador
desventajas
Para la empresa
Dificultades para comprender las nuevas herramientas.
Se pueden difuminar los horarios y perder el control o la gestión del tiempo.
Problemas asociados al sedentarismo.
Menor conexión personal con compañeros.
Más trabajo individual.
Dificultades de comunicación y coordinación.
Carencias en reconocimiento o retroalimentación.
Menor empatía desde y hacia otros compañeros.
Permeabilidad entre problemas personales, familiares y profesionales.
Pérdida de control directo.
Posible desconfianza en empleados.
Dificultades de seguimiento de las actividades.
Es más complejo mantener un sentimiento corporativista.
Incorporar nuevas herramientas.
Mantener modelos de trabajo y estándares comunes.
Adaptar procesos de trabajo.
Nuevos estilos de liderazgo a distancia.
Dificultades a la hora de fidelizar talento.
Dificultades de comunicación y coordinación.

Hay bastantes ventajas, y aunque las desventajas también son numerosas, estas son más bien efectos secundarios que necesitan de un cierto tiempo para que sean evidentes. En realidad, son desventajas asociadas a la falta de preparación* de las personas y de las organizaciones para teletrabajar.

Parece que muchas empresas tienen la impresión de que sabiendo usar las herramientas de conexión ya pueden teletrabajar adecuadamente. Sin embargo esto no es tan simple como quedarse en la tecnología. El cambio técnico es sencillo, el verdadero desafío esta en poner a punto el factor humano. Esta parte es más compleja que adquirir una licencia y manejar una solución digital. Sacar partido al teletrabajo implica enfocarnos en las personas y preparar a toda la compañía para un verdadero cambio.

Una organización que quiera ser competitiva en remoto deberá enfrentarse a estos nuevos retos:

  1. – Comprender el alcance y posibilidades del nuevo ecosistema del teletrabajo, superando la simple teleconexión o telecomunicación.
  2. – Aprender nuevos modelos de trabajo en equipo y de liderazgo más evolucionados que el tradicional control directo subjetivo y el presentismo.
  3. – Ampliar los viejos modelos de liderazgo transaccionales con un nuevo liderazgo transformacional que implica una evolución de las habilidades interpersonales de relación profesional..
  4. – Mejora en las habilidades de comunicación y relación para humanizar el ecosistema digital, de cara a afrontar con éxito relaciones de trabajo en equipo, negociación, venta, formación, reuniones,…
  5. – Aprender a aprender ante la evolución contínua que se da un proceso de cambio.
  6. – Entender la relación entre la salud, los biorritmos y el diseño de procesos digitales en los que haya interacción humana para prevenir tecnoestrés, burnout o problemas psicosomáticos, de cara a crear organizaciones saludables y socialmente responsables.

Finalmente para continuar tomando conciencia y para estimular la reflexión sobre el teletrabajo, recomiendo este artículo:

* Sólo el 19% de quienes trabajan en forma remota ha sido capacitado para ello.

«La manera en la que se está haciendo hoy el teletrabajo es insostenible. Los colaboradores se van empezar a enfermar, la productividad inicial va a bajar y los jefes van a estar sobrepasados tratando de cumplir metas. Y esto sucede sobre todo porque no se han preocupado de aprender a hacerlo correctamente. Este es un nuevo lenguaje, no es sólo tener reuniones virtuales. Es muy llamativo que más del 89% de los encuestados señala que está en teletrabajo porque su equipo usa plataformas digitales para comunicarse»,

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Infografía: Psicología de emergencia para líderes.

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Psicología de emergencia. La actitud es lo primero.

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Cómo gestionar profesionalmente una situación de excepcional emergencia.

En una situación de emergencia, nuestra mente suele disparar los pensamientos y acciones automáticas: «no hay tiempo de pensar» parece decir. Por ello, nos afloran pensamientos espontáneos, preprogramados por la experiencia anterior, por nuestras creencias y por nuestras reflexiones pasadas. En función de esta experiencia anterior adoptamos un actitud (positiva, negativa, activa, pasiva,…) y esta a su vez, favorece «mecánicamente» la producción de un tipo de pensamientos u otros. Lo interesante es que aunque estos pensamientos automaticos son, muchas veces inconscientes, en la práctica tienen gran poder sobre nuestros actos y consecuentemente sobre nuestros resultados. El proceso es rápido y, mas o menos, se puede secuenciar así:

ActitudPensamientoConductaResultado

La forma de gestionar esto es ser consciente de desde dónde partimos cada uno para entender cuales serán los probables resultados.

Uno de los pensadores de empresa más influyentes los últimos años, Stephen Covey, autor del famoso best seller “Siete hábitos de la gente altamente efectiva” con más de 20 millones de libros vendidos en 38 idiomas. Nos recordaba que en la vida todos tenemos dos círculos a nuestro alrededor: el círculo de influencia y el de la preocupación.

El círculo de la influencia es aquello sobre lo que nosotros podemos actuar, dónde podemos hacer algo para cambiar o contribuir al mundo. Por otra parte, el circulo de la preocupación es todo lo que queda fuera de nuestro control, variables de situación ante las que no podemos actuar. Dependiendo en qué circulo nos situemos, adoptaremos una actitud diferente.

Las personas que se concentran en el círculo de la preocupación suelen ser pasivos o reactivos.

Tienden a quejarse, a acusar, a confiar en la suerte, enfocarse en el pasado, etc. Emocionalmente, se dejan seducir por el miedo y eso les lleva a la parálisis, la agresividad o la autodestrucción. Si se hipoteca la atención en el circulo de preocupación se pierde eficacia. Las personas que se  quedan ahí, pueden ser un polo de energía negativa para sí mismos y para su entorno.

Por otro lado, las personas que se focalizan en el circulo de la influencia, miran desde el presente al futuro, tratan de conocer sus recursos y buscan cómo pueden usarlos para resolver las dificultades, esto les lleva a ser positivos, proactivos y creativos.

Permanecer en el circulo de influencia, aporta poder y eficacia. Así, poco a poco, ensanchamos el circulo, ganamos control sobre la situación. Ganamos confianza para vencer al círculo de la preocupación.

Por ello, para diagnósicar de qué actitud partimos, hemos de preguntarnos a cada paso: ¿En qué círculo estoy invirtiendo mi tiempo y mi energía?

La siguiente tabla te puede ayudar a valorarlo. Analiza qué pensamientos suelen aparecer en tu mente ante una situación de emergencia, frustración o cambio ¿Qué comentas a tu alrededor? ¿Qué te dices a ti mismo? Haz una marca junto a la respuesta que más se acerque a lo que tu tiendes a pensar en esas circunstancias.

Pensamientos de preocupación Pensamientos de influencia
Es culpa de …Estamos todos en el mismo barco
Esto irá a peorEs duro pero, siempre hay alguna salida
En estas circunstancias no se puede¿Qué es lo mínimo que puede ayudar?
Hay que esperar a que pase la racha¿Qué alternativas quedan?
(otros) Tenían que haber…¿Qué puedo hacer?
Estamos rodeados de inútiles¿Qué podemos aportar cada uno?
¡Qué mal!¿Por dónde?

Suma tus respuestas y verás que si tienes más marcas en la columna de la preocupación tiendes más hacia una actitud de queja y si la mayoría están en la columna de influencia tiendes hacia una actitud creativa.

Preocupación Influencia
Queja Creatividad

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¿Crees en tí cuando comunicas ante el público?

Puedes realizar este cuestionario a para analizar cómo te ves cuando tienes que hablar en público.

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Creencias y liderazgo: Transformacional o Transaccional

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El liderazgo es la capacidad de transformar la visión en realidad (Warren Bennis)

 

 

 

El impacto del modelo de Liderazgo transformacional en la actualidad es importante. Viene asociado a la necesidad de las empresas de contar con líderes que sean capaces de gestionar la transformación de las organizaciones en pleno torbellino de innovación digital, y al mismo tiempo de retener y comprometer el talento humano.

El concepto de liderazgo transformacional, surge gracias a James MacGregor Burns (1978) que lo diferencia del  liderazgo transaccional.

La diferencia estaría en que la influencia del líder transformacional lleva a que los individuos se impliquen en objetivos colectivos u organizacionales que transcienden sus propios intereses individuales, de modo que orienten su comportamiento a la consecución de metas colectivas (Bass, 1985).

Mientras que el liderazgo transaccional es capaz de mover a las personas en la medida en que hay un equilibrio entre el esfuerzo (trabajo, tiempo, dedicación…) y el beneficio o contraprestación que obtienen. Es decir es un liderazgo basado en el intercambio en la búsqueda de un beneficio mutuo.

La gran ventaja del liderazgo transformacional es su capacidad para mejorar el compromiso de los empleados, la motivación y la ejecución eficiente de tareas.

Más allá de las diferencias en comportamientos manifiestos de ambos tipos de liderazgo, me gustaría reflexionar sobre las creencias que estimulan la probabilidad de aparición de un tipo de liderazgo u otro.

Veamos algunas de ellas:

Creencias asociadas al líder transformacional:

  • Las personas buscan desarrollarse y están motivadas por ello.
  • Toda persona necesita reconocimiento y sentido.
  • Todos tienen potencial que estimular y desarrollar.
  • Compartir los objetivos ayuda a motivar. Recordando la frase de Séneca: Cuando no sabes hacia donde navegas, ningún viento es favorable.
  • La clave para el liderazgo es influencia, no autoridad. Siguiendo las palabras de Ken Blanchard.
  • «Con mis maestros he aprendido mucho; con mis colegas, más; con mis alumnos todavía más.» Proverbio hindú.
  • El esfuerzo se asume mejor cuando hay un sentido o propósito aceptado.
  • Todas las personas están en proceso de transformación y pueden seguir creciendo.
  • Ganar es superarse.

Creencias asociadas líder transaccional:

  • Todo tiene un precio, las personas también.
  • El ser humano tiende por naturaleza al reposo.
  • Toda relación es una venta (transacción).
  • «Por el interés te quiero Andrés».
  • El sentido el esfuerzo es la recompensa.
  • «Dame pan y llámame tonto.»
  • La formación sin recompensa no tiene sentido.
  • «Tanto tienes tanto vales, tanto eres.»
  • Las personas son como son y es difícil que cambien. Así son y así serán.
  • Se gana tanto como se aporta.

Se insiste en analizar los patrones de comportamiento para discriminar los estilos de liderazgo. Pero el camino empieza antes, cuando la conducta aparece, ya es tarde. El origen más profundo: ¿Quieres desarrollar tu liderazgo?

  • Analiza tus creencias y piensa ¿de qué estilo están más cerca?

 

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La vida es juego ¿qué sois jugadores o diseñadores?

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Es ingenuidad de muchos pensar que haciéndose los serios van a escapar del juego.

No es tan sencillo, el juego es tan consustancial al ser humano que no podremos despegarnos de él, aunque lo disfracemos de derecho racional, ingeniería o ley divina.

Pensamos que hablar de política, economía o de organizaciones empresariales nos va a permitir escapar. Pero no, es sólo un intento de olvidar nuestro estatus de simples jugadores. Al olvidar esto nos olvidamos de algo importante: alguien ha diseñado el juego.

Juego es una empresa, un ejercito, una comunidad de vecinos, una orquesta, un estado, un país, …. en todas las organizaciones hay un objetivo, unas reglas de juego, unos que ganan, otros que pierden y otros que hacen trampas. En todas hay  niveles, premios, medallas,… Una escala interna de prestigio social.

La diferencia con la gamificación es que ésta se inspira en lo aprendido por los diseñadores de videojuegos cuyo objetivo es atraer a los jugadores, mantenerlos en el juego y hacerlo de forma sostenible en el tiempo. Además de esto,  tiene siempre en mente la escalabilidad  y la posibilidad aprovechar el potencial de conexión y procesamiento del entorno digital. No significa que el resultado tenga un aspecto de juego o juguete sino que se basa en unas premisas de diseñador de juego.

Para ello hay que diseñar pensando en los jugadores, no solo en los fundadores, o en el proceso, o en el resultado. Si el diseñador del juego no piensa en los jugadores y solamente piensa en sí mismo, lo más probable es que sus usuarios quieran dejar jugar o prefieran jugar a otra cosa o … cambiar las reglas…como ejemplo de este cambio de reglas podemos recordar la Francia finales del XVIII, entre otros miles de casos históricos.

Cuando somos conscientes de que una estructura organizativa humana es en realidad un juego creado de forma espontánea o premeditada, más que algo divino o «natural», nos damos cuenta de que dicho sistema organizativo puede ser cambiado o rediseñado. Por otro lado, como juego que es, si las reglas y la economía del juego no están equilibradas, pensadas para que todos se impliquen él, es muy probable que pronto comiencen las trampas, el boicot, la fuga de participantes o que muchos inventen su propio juego, con sus propias reglas.

Síntomas que sirven de ejemplo de un mal diseño que se ven a menudo en diversas organizaciones y sistemas sociales humanos son:

  • los últimos de la clase no juegan con las reglas de la escuela,
  • los trabajadores desmotivados no suelen sentirse representados en la escala de prestigio interna de la organización,
  • el antisistema busca reglas distintas al sistema…

Como vemos, los jugadores que sienten que pierden tratan de abandonar el juego o sus reglas.

La gamificación enfoca el entorno desde un punto de vista de un diseñador de juegos, no sólo como jugador. El gamificador como ser social es consciente del valor de las mecánicas y las dinámicas que se producen en su juego y puede aportar ideas o alternativas para modificarlo e implicar a otros. Se trata de una perspectiva más global y estratégica, y al mismo tiempo más positiva y humana.

El jugador tiene las posibilidades más limitadas: seguir el juego, abandonarlo o mantenerse y saltarse las reglas. El diseñador puede, además, proponer una evolución del juego, nuevas reglas u otras alternativas. Puede en general, rediseñar el ecosistema o el mundo del juego.

En este contexto recuerdo la pregunta que en su momento planteó Arturo Catelló, Fundador y director de Encom Games, a los asistentes de una charla:

  • Ante la vida ¿Vosotros qué sois jugadores o diseñadores?

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Gamificación y cultura o cultura de la gamificación

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Mi trabajo es un juego, un juego muy serio. (Maurits Cornelis Escher)

 

Si el líder comprendiera y supiera cómo usar la gamificación, podría crear una gran cultura basada en principios de diseño gamificado, donde toda la empresa fuera un gran ecosistema de juego, con metas y desafíos con los que todos estuvieran comprometidos y motivados.

En realidad, es de la misma forma que lo vive un emprendedor. Muchos de los empresarios cuando son entrevistados sobre su actividad profesional, comentan que su trabajo lo viven como algo gratificante, divertido y más de uno lo compara con un juego o un gran desafío. ¿No sería esta experiencia algo interesante para compartir con sus empleados? Muy probablemente mejoraría la relación entre empleado y trabajo, empleado y empresa y por añadidura, entre empleado y resultados.

La empresa y la actividad profesional es una gran oportunidad para vivir de forma más apasionada:

  • Retos personales de desarrollo, para superarse a uno mismo y progresar profesionalmente.
  • Retos equipos para generar sinergias y trabajar más eficientemente.
  • Retos de organización para ser más ágiles, ser más eficientes, no desperdiciar la energía en banalidades y ser más competitivos en el mercado.

Dentro de la organización, se puede diseñar y vivir la empresa como un juego de construcción, de colaboración y, a veces, con retos de competición para poder entrenar y medir nuestras habilidades y ganar en calidad.

Fuera, es un juego de estrategia que requiere disponer de un buen servicio de inteligencia para comprender el mundo, el escenario del juego de la empresa. Que necesita que gestionemos recursos y ganemos batallas y que busca, al final, una victoria sobre el pasado. Un pasado que va de un mundo oscuro a un futuro con esperanza para todos los miembros del equipo.

Para ello, deberíamos comenzar por transmitir el sentido épico de nuestra misión de empresa y la visión de lo que podemos llegar a ser dentro de nuestro rol como miembros de este equipo, nuestra empresa.

La cultura de empresa es realmente un modo inconsciente de gamificación. La propuesta es que lo hagamos con intención con consciencia y con mentalidad de diseño. Donde tengamos clara nuestra idea de cómo podemos vencer en este entorno. Cuál será mi camino de héroe, alineado con la estrategia real de la compañía, de nuestra nave, de nuestro gran proyecto.

Se trata de gestionar una cultura centrada en la persona. Pero esto, muchas empresas no lo llaman cultura, lo llaman fantasía y así les va.

Y tú ¿qué opinas?

 


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Creatividad, la capacidad para generar problemas

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Cuando se habla de creatividad a menudo se define como una capacidad para aportar ideas novedosas y originales. Sin embargo, la creatividad no es simplemente originalidad. Es algo más.

De hecho, muchas personas consideradas originales en el fondo no lo son tanto pues usan la misma estrategia de construcción de originalidad. Es algo así como un algoritmo que produce soluciones en paralelo o periférico a lo que es esperado de forma más evidente.

Por ejemplo, si lo más probable es la respuesta A, un «algoritmo mental» de originalidad sería por ejemplo (A+B), siendo A una característica física o de color, por ejemplo. También podría ser (- A), donde el signo indica hacer lo opuesto a lo esperado o (XA) en donde el valor X aumenta la magnitud global de A. En cualquiera de los casos, solamente se es original una vez, cuando se descubre la fórmula. Después la aplican siempre en el mismo modo, un caso parecido sería la pintura de Botero (valorado en cuanto a originalidad, no sobre el valor artístico), su originalidad se apoyó en la idea de la obesidad, el algoritmo podría ser del tipo (A+B) donde B = Obesidad y A sería cualquier figura que pinta. Después aplicó esta fórmula a sus creaciones, pero la originalidad solo se manifestó en su inicio, cuando creó la formula, después la siguió aplicando.

Picasso, por su parte se complicó más la vida y tras empezar una etapa la exprimía. Pero no se detenía ahí, seguía buscando nuevas formulas y así vivió varias etapas, varios cambios de estilos, técnicas, etc. Cambió varias veces de algoritmo. Realmente, el truco no estaba en su originalidad, sino en su capacidad de no conformarse con lo que ya había probado que funcionaba.

Más que originalidad, creatividad se podría asociar a la búsqueda, no de soluciones, sino de problemas. Un problema es algo percibido como algo incómodo, lo que para el resto de los mortales es algo habitual para el creativo se convierte en una inquietud ¿Será verdad? ¿Se podrá ver de otra forma? ¿Hay más alternativas? esta inquietud le lleva a moverse a buscar más opciones, investigar… y como consecuencia, a encontrar ideas originales.

Aunque no siempre, en ocasiones lo más nuevo es precisamente algo normal que, perdidos entre la moda de las novedades, resulta que es la alternativa menos elegida. Las personas habitualmente tienden a no complicarse la vida; sin embargo, para las personas creativas hacer lo de siempre y no complicarse la vida es difícil.

Por ello, como ya comentamos en un post anterior, y por mucho que se hable de la importancia de la creatividad, debemos asumir que convivir con creativos es complicado.

Las personas creativas tienen algo que les lleva a buscar y derribar barreras. Comparten ciertos hábitos cognitivos que les mantienen inquietos: ¿Que más hay? ¿Que pasaría si? ¿Como lo habría hecho…? ¿Que es lo que nadie pensaría…? Seguro que hay otra forma…

Para los que quieren entrenar su pensamiento creativo  les animo en los talleres a buscar nuevos retos en la vida cotidiana, ¿Que pasaría si…? ¿Que habrá más allá…? ¿Y si …? Estas preguntas son inicios de caminos de pensamiento que para los convencionales pueden terminar en problemas, algo ante lo que tienden a resistirse o sentirse incómodos, pero que, por el contrario, anima a las personas creativas.

Quién dijo que el entrenamiento fuera cómodo… Al fin y al cabo ¿Qué fue antes el problema o la solución?

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El balón es mío, liderazgo según mis reglas.

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Recuerdo cuando los de mi generación éramos niños. Un balón de fútbol era para muchos un lujo. De hecho, en el colegio, era raro que de los 40 de media que había en las clases de los babyboomers hubiera más de 2 ó 3 que tuvieran un balón de fútbol decente, de los llamados reglamento, es decir de cuero y con las medidas adecuadas.

El que traía el balón, sólo por eso ya tenía un estatus superior. Esta circunstancia, sin embargo, era vivida de manera distinta por las diferentes personalidades de los propietarios. Estaban los que traían el balón y lo compartían abiertamente ya que sabían que la única forma de divertirse en serio era jugando con todos. El objetivo para ellos era usar el balón para jugar. A los amigos ya los tenía seguro. Había risas y todos se sentían parte del juego y algo propietarios del balón.

Por otro lado estaba el que aprovechando ese capital jerárquico que le confería ser el propietario, no solamente seleccionaba a los jugadores, sino que si el partido no iba como él quería se llevaba el balón: «El balón es mío y se juega como yo quiero».

Naturalmente si había dos balones, los de la clase preferían jugar con el primero. El otro se esforzaba en traen un balón mejor para recuperar su valor diferencial. El primero transmitía «jugáis conmigo» y el segundo, «jugáis para mi».

Muy parecida era la famosa escena del recordado anuncio del Scattergories, en el que el propietario amenazaba con llevarse el juego si no «aceptaban pulpo como animal de compañía».

Del mismo modo, tenemos directivos, que dirigen recordando a los trabajadores, cual es el objetivo, para qué estamos todos aquí y las reglas que respetamos todos. Directivos que además suelen verse como un ejemplo de valores.

En distinto estilo tenemos a los que parecen transmitir que: «el único sentido que tiene tu trabajo es que trabajas para mi y las reglas son las mías».

Cuando oigo hablar de compromiso en la empresa y comparo con los estilos de liderazgo que encuentro. Me parece fácil entender la evidencia de que el único compromiso de muchos trabajadores sea con su propia supervivencia y dignidad.  A veces por este orden,  en respuesta al ejemplo que ven.

Los directivos deben darse cuenta de que son diseñadores de juego solo por su posición en la empresa. Otra cosa es que consigan que los demás quieran jugar con ellos.

Ya podemos invertir en pócimas de «engagement» si no somos capaces de compartir el sentido y los valores del juego.

 

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El mito del atractivo de la creatividad

Nos hartamos de ver en los discursos que la creatividad es una competencia muy demandada.

Se oye: «Ser creativo en tiempos VUCA es un plus» , «Hay que estimular la creatividad en las empresas», «innovar o morir»…

Pero lo que se ve es que en la mayoría de las organizaciones cuando se habla desde la creatividad, cuando alguien se pone el sombrero verde de Edwar de Bono*, la respuesta que se encuentra es:

  • No seas ingenuo
  • No seas friky
  • Si esto está muy bien pero ahora volvamos a la realidad.
  • Eso no está en el procedimiento.
  • No hagamos locuras,
  • Déjate de bobadas, ya está todo inventado.
  • Ja, ja, qué buen humor…

En fin, o no se hace ni caso, o se anula o ¿Será que da miedo? El caso es que valor, lo que se dice valor no se da. ¿Como se sabe? pues porque a lo que se le da valor se le da dinero y tiempo. Y a la creatividad no se le da ni pasta, ni tiempo. Se prefiere ir con tiento, «más vale malo conocido,…» ya se sabe. «No estamos para eso» repite el mantra del cenizo medio.

Sin embargo, cuando una de esas ideas peregrinas por un bucle del azar, destaca y tiene éxito, el cenizo medio se transforma en ave carroñera, abraza al creativo unos segundos, «¡ya decía yo que eras un tío con ideas!» y rápidamente emprende el vuelo a contar lo que ha encontrado. El creativo vuelve a su sitio para no incordiar y ya se encargan los pragmáticos de que la cosa cambie lo justo y no más.

Si amigos, la creatividad no es una competencia atractiva. Quizá sea así para las organizaciones que se arriesgan, algunas de las cuales destacan, pero para la inmensa mayoría, la mediocridad es muy atractiva y la creatividad algo incómodo. 

Que inventen otros.

 

*El sombrero verde: representa el pensamiento creativo en la obra Seis Sombreros para Pensar de Edward de Bono.

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